sábado, 14 de abril de 2012

UNA ILUSIÓN,CONVERTIDA EN DESILUSIÓN



De pequeño, cuando veía algún reportaje en television,leía alguna crónica de algún periodista afamado de aquella época, o alguien me enseñaba alguna entrada de la plaza de toros de las Ventas, pensaba que cuando podría estar yo allí, era mi sueño, ver mi primera corrida de toros en las Ventas.
  
  Exactamente no recuerdo la edad que tenia, pero calculo que diez o doce años aproximadamente,cuando un amigo de la familia, y con el paso de los años lo fue también mio, gran aficionado y gran entendido de toros, al conocer mi gran ilusión de pisar los tendidos de las Ventas, me ofreció un trato, yo le hacia un trabajo, a cambio de regalarme una entrada para los toros, al cual acepte sin pensármelo claro.


  Dicho y hecho,terminado el trabajo, Pepe que así se llamaba, cumplió con su promesa, mi entrada ya la tenia en el bolsillo, esta tarde a las Ventas, ¡me había tocado la lotería, Dios mio que alegría!.


  Cuando yo vi esa pedazo de plaza, no me lo podía creer, yo estaba allí, en las Ventas, por fin mi sueño se hizo realidad.


  A partir de ese día, no se ni como, ni de que manera, por que  mi economía, no era muy buena, y mas con esa edad, ya fui acudiendo esporádicamente con algún amigo que me llevaba de polizón en su coche y ayudandome a conseguir alguna entrada de andanada de sol.


  Pasaron los años, y allí estaba, en la cola de los nuevos abonados para la feria de Otoño, ya tenia 19 años, coche y carné de conducir, teniendo la gran suerte, de adquirir dos abonos del siete alto, objetivo cumplido.


  Ya podía presumir de ser abonado de las Ventas, y de buen aficionado y de los buenos, ¡como no iba a presumir de entendido, si tenia dos abonos en mis manos, y encima del siete!, donde están todos los que entienden de Madrid.


  Pasaron seis años y yo seguía encantado, acudiendo a San Isidro año tras año, pero algo fallaba, no estaba muy a gusto con mi ubicación en el siete alto, casi nunca estaba de acuerdo  con los compañeros de alrededor, y raro era el dia que no discutia con alguno.


  Habìa que ir pensando en cambiar de tendido en la plaza, otra vez vuelta ha empezar, de nuevo a la cola de nuevos abonados para intentar conseguir otro abono en distinto sitio, me daba igual con tal de de no estar en el siete, alli lo pasaba mal, lo consegui, dos abonos del tres, de la ultima fila de tendido, en los cuales estuve muy a gusto durante quince años, con buenos compañeros y buenos aficionados.

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